Porque soy ateo, que si no, pensaría que Dios me ha dado una pequeña colleja celestial por no escribir la hagiografía negra que había prometido. De ser así, a buen seguro que a estas horas Pedro debe andar camino de Lourdes, descalzo y con la cruz a cuestas, para que la próxima vez me dé una buena somanta de palos y le otorguen el Pulitzer o el Príncipe de Asturias. Y lo más preocupante es que me alegro mucho, de modo que, o bien lo aprecio demasiado, o soy un masoquista de lo peor y debería hacérmelo mirar.
Pues sí, sogamigos, nuestro querido autor invitado, aunque suele presentarse como señor De Paz, sigue al pie del cañón, y dando guerra. No contento con escapar, a pelo, sin tatuajes ni mariconadas, de la cárcel de Cuenca, a la cuál afirma (como si alguien se lo creyera, con las pintas de malaje que se gasta) a tener un encuentro con los miembros del club de novela negra de dicho centro (vamos, hombre, ¡a qué clase de perturbado se le ocurriría hacer un club de novela negra en una prisión? ¡Todavía no sé como escribe tan bien con la poca imaginación que tiene este fulano ¡), y con la esperadísima reedición de su ópera prima, “El hombre que mató a Durruti”, ahora va, y se calza el premio Luis Berenguer, y de paso, como el que no quiere la cosa, unos cuatro kilos de las antiguas pesetas.
Eso sí, he de desmentir públicamente, muy a pesar mío, los numerosos rumores que circulaban por la red asegurando que el galardón se lo había llevado por participar en nuestra micronovela, pues he de reconocer “que aquí semos probes y no tenemos ni pa´ pipas”, pues, en realidad, se lo han concedido por su cuarta y genial obra, “La senda Trazada”.
Un thriller que , como he tenido el privilegio de paladear en primicia primiciosa, me encuentro en disposición de adelantaros que, si bien, desde luego cuenta con el endiablado ritmo marca de la casa, y con ingredientes más que suficientes como para catalogarlo, como el propio Pedro gusta de hacer, dentro del “género urbano” que cultiva, se aleja un tanto del registro netamente criminal al que nos tiene acostumbrados, flirteando, merced a la oscuridad de la que hacen gala sus personajes, situaciones y ambientes, con el terror psicológico y angustioso de autores tan consagrados como John Kazenbach e incluso el maestro King.
Una vez llegados a este punto, Pedro, como en el fondo soy un sentimental, una persona dialogante, y un demócrata de los que ya no quedan, te doy dos opciones: Invitarte a algo por las buenas, en plan amigo generoso, o llenarme la boca de billetes de quinientos para que no dé el soplo a las fuerzas del orden, que sé de buena tinta que todavía andan tras tus pasos.
Espero tu veredicto en los comentarios….o me encargaré personalmente de que los únicos bis a bis que tengas sean con un hercúleo y libidinoso travelo llamado Manolo Comía.
Tú verás.